Esa suicida manera de querer agradar a todo el mundo

Hace ya muchos años que leí una frase del Genio de Woody Allen de la que no me he podido desprender hasta el día de hoy "No se cual es la clave del éxito, lo que si se es que la clave del fracaso es tratar de agradarle a todo el mundo". Pocas veces he visto de manera tan simple explicar que tenés que hacer si lo que buscas es fracasar.

El querer "agradar" es una trampa que nos persigue constantemente, quitándonos identidad e impronta en nuestro trabajo. Cuando tenemos responsabilidades y tomamos decisiones constantemente, debemos hacerlo según nuestro entender y saber hacer, dejando fuera los sentimientos que causaran esas decisiones. Hacer caso a todos los conflictos emocionales que puede traer tomar una decisión que consideramos a priori no le va a agradar al entorno, entonces nos paralizará el temor a hacerlo y seguramente nos llevará a equivocarnos.

Después de todo de eso se trata, cuando tu posición es de responsabilidad, lo que harás el mayor de tu tiempo es ir por ahí tomando decisiones, para tomarlas nos basamos en nuestro conocimiento y nuestro saber hacer, poniendo en la balanza las realidades, la confianza en que es algo que pueden hacer nuestros colaboradores y convencidos de que cumplimos con nuestra estrategia que por sobre todas las cosas persigue el éxito en nuestra gestión.

frases de Woody Allen
En mi experiencia personal, dirigir equipos comerciales requiere de este ejercicio constantemente, porque quien quiere abandonar sus zonas de confort? En eso el vendedor es un fanático muy importante, si así está bien, no hagamos olas. Es todo lo contrario, debemos estar preparados para lo único que tenemos seguridad, todo cambia y nosotros debemos anticiparnos a esos cambios, por eso cuanto más formados, cuanto más vocación de servicio y más ganas se pongan, más posibilidades de lograr mejores resultados.

Como muchas veces las tentaciones de los aplausos, son bella música para nuestros oídos, es que me he acostumbrado a andar con mis estadísticas a cuestas, ellas casi siempre producen material suficiente para inteligentes decisiones. Y estas decisiones muchas veces son feroces enemigas del quietismo, del miedo a perderlo todo y de la oscuridad de no cambiar nada. Por eso cada decisión después de meditada y comprender que es lo mejor que podemos hacer, allá va a la cancha a jugar el partido, en definitiva por algo nos ha tocado liderar un equipo, por hacerle frente a los miedos y no ahogarnos en ellos.

Así que si algo les puedo aportar a mis colegas hoy, es que no andemos por el mundo preocupados de ser amados por todo el mundo, hagamos lo que mejor sabemos hacer, tomar decisiones con destino al éxito, consultemos con nuestros colaboradores todos sus puntos de vista, pero una vez tomada la decisión dejarla vivir y que se desarrolle, ya tendremos nuestras herramientas para medir sus resultado y en todo caso corregir oportunamente. No hacer olas, suele ser el peor negocio.

Vamos por Más!

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